Sergio Laignelet, Colombia 1969.
Vive en Madrid. Su poesía gira entre el humor negro y el cinismo. Ha publicado: Malas lenguas (Icono, Bogotá, 2005), Cuentos sin hadas (3 Orillas, Islas Canarias, 2010; edición bilingüe, traducida al francés: Contes à l’envers, Éditions Villa-Cisneros, Marseille, 2015). Y como antólogo: Gatimonio: poemas de gatos de autores hispanoamericanos (Lebas, Madrid, 2013). Poemas suyos han sido incluidos en antologías y en revistas literarias. Ha participado en encuentros internacionales de literatura en Hispanoamérica y Europa.
‘Antifábulas’ a propósito de Cuentos sin hadas de Sergio Laignelet
Por José Ben-Kotel
Ciertamente este feliz libro de poemas de Sergio Laignelet no es una deconstrucción de las historias clásicas. No es el sentido de esta poesía; sí le da un aire nuevo a la noción que tenemos de estos cuentos-fábulas de una manera amable pero a la vez afilada. El poeta, a sus palabras las usa como a un dardo que da en el centro de las historias que conocíamos y nos las presenta como si fueran otras. Lo son. Las reverberaciones que había de ellas en nosotros, sus antiguos lectores, toman otro aliento, y adquieren una nueva vida. Con maestría, Laignelet, nos pone de lleno en el centro poético al que nos quiere llevar. Nos encontramos frente a un poeta inventor, sin proponérselo, de un nuevo género literario: la antifábula.
Suena el silbato/ y la liebre deja una estela de polvo// corre/ da la vuelta a la granja/ y se aproxima a la línea de meta// divisa a la tortuga sobre la misma/ y da por perdida la carrera// su rival permanece inmóvil (La liebre y la tortuga)
Cuentos sin hadas nos sitúa, literalmente, en un mundo al revés. Les ofrece otro aire a las fábulas tradicionales, en un juego que orilla con el absurdo, absurdo blanco, que tiene un exquisito humor negro. En su aire liviano podemos emparentarlas con el humor parriano; y ciertamente con la poesía de ‘mundo al revés’ de Goytisolo: Érase una vez/ un lobito bueno/ al que maltrataban/ todos los corderos, y con otros poetas y escritores hispanoamericanos que han puesto una impronta de humor en algunos de sus escritos, versos, o poemas. Laignelet le tuerce el cuello al cisne, como lo hicieron tantos poetas de principios del siglo XX, quienes, audazmente querían cambiar el rumbo de la poesía tradicional. Y lo consiguieron. El autor colombiano lo consigue sin aspavientos, fraternalmente, nos arriesgamos a decir. He ahí la diferencia con los ‘revolucionarios’ del pasado: el poeta no hace aspavientos de ‘su’ revolución. Por el mero goce se embarca a construir su poética, sin deconstruir a poeta y/o cuentista alguno, con una llaneza que deslumbra. Lo lúdico es algo que no es fácil de conseguir y en su esgrima, en su interjuego con estos cuentos clásicos, sale muy bien parado.
El gato se deja de cuentos/ y empuña el látigo// suenan cintarazos// acto seguido/ el Marqués de Carabás/ sin chistar/ relame el cuero de sus botas (El gato con botas)
El autor continúa con una tradición y a la vez le da otro impulso a ésta al trastocar el sentido original de estos cuentos y fábulas con donaire lúdico, muy lúcido, y también trágico, que no obstante tiene una seriedad inapelable, por lo que nos los torna, podríamos aventurar, más de vanguardia. En su poesía hay un salto adelante, pero no al vacío.
En estas antifábulas laigneletianas hay pura poesía, o si lo quiere el ‘Desocupado lector’… poesía pura. Es una poesía que enternece y a la vez nos hace pensar en el absurdo de los humanos seres y sus cosas. Después de la lectura de Cuentos sin hadas hay catarsis, sacro fin de todo escritor. Este breve y profundo juego al alimón que hace Sergio Laignelet en su reescritura y relectura de los cuentos de toda la vida, le hace bien a la literatura, y por ende al lector.