Juan Carlos Gómez Herrera – Guatemala, 1966.
Nació una madrugada en que sonaba una marimba. Habló pronto y con claridad y cantaba al tiempo que aprendía a hablar. En párvulos, alguien se dio cuenta de esto y le empezaron a dar roles en las presentaciones para los padres de familia. Es nieto del poeta Adalberto Herrera Castillo, cuya cercanía en su temprana niñez fue determinante. Sus padres le proveyeron de libros y de lecturas y en su casa siempre estuvo presente la poesía. De esa cuenta, se divertía escribiendo acrósticos y hasta sonetos en los años de la primaria. Dio en escribir un diario también, costumbre que retomó a los veinte años y con la cual continúa, pese a comprobar que la temática no ha sufrido mayores variaciones cualitativas. Se trasladó a la ciudad capital de Guatemala en 1982 para cursar la carrera de Bachiller Industrial y Perito en Dibujo de Construcción en el Instituto Técnico Vocacional “Dr. Imrich Fischmann”, pues inicialmente quería ser arquitecto. En esa institución tuvo la fortuna de recibir clases de Literatura Hispanoamericana y de Filosofía con el Lic. Francisco González Miranda, cuya pasión por las letras lo motivó a escribir sus primeros relatos cortos. Ahí también empezó a aprender a tocar la guitarra y a componer sus primeras canciones, con su amigo y maestro de guitarra Carroll Palomo Amarra. Al terminar la secundaria decidió tomarse un año sin estudiar para dedicarse por completo a escribir lo que sería su primer libro de poemas y cuentos, titulado “De muerte y otras herejías” (1985, inédito). Se trata de una época de búsqueda consigo mismo, muy influenciada por Edgar Allan Poe y por los grandes del “boom” latinoamericano. García Márquez estaba en la cúspide. Ingresó a la Facultad de Arquitectura de la Universidad de San Carlos (USAC) en 1986 y su relación con el movimiento estudiantil lo hizo tomar contacto por primera vez con el marxismo. Esto sería determinante para su posterior producción y para su vida en general. No militó en la guerrilla en parte por miedo y en parte porque se dio cuenta de que había gente corrupta, pero su concepción de la vida y del arte adquirieron otro carácter. Se dio cuenta de que como arquitecto estaba condenado a trabajar para los ricos, y abandonó la carrera ese mismo año. En 1987 regresó a Huehuetenango a trabajar en el taller de tornos de su padre y los fines de semana estudió un Profesorado de Enseñanza Media en Pedagogía y Psicología en la Universidad Rafael Landívar de Quetzaltenango, algo que hizo a regañadientes y más bien por estudiar algo. El primer día se asqueó al comprobar que los psicólogos eran sacerdotes. No concluyó esos estudios. En 1990 se trasladó de nuevo a la capital e ingresó a la Escuela de Historia de la USAC, de la que nunca ha salido. Comenzó a ganarse la vida trabajando como corrector de textos en varias imprentas y editoriales, y finalmente en el semanario “El Regional”, que publicaba noticias en español, quiché y mam. Un día en que uno de los reporteros faltó, el director le preguntó si “se animaba” a hacer un reportaje, y así, de un día para otro, resultó siendo periodista. Trabajó en la revista “Noticias de Guatemala”, en el semanario “Inforpress Centroamericana” y finalmente en “elPeriódico”, donde publicó desde el primer número. En una ocasión fue corresponsal para la Agence France-Presse durante el caso Gerardi. Conoció y trabajó junto a muchos escritores de su generación y fue publicado en revistas literarias y de arte como “Tayer” y “La Ermita”. Su amistad con artistas de la plástica, actores, bailarines, cineastas y gestores de la cultura fue muy enriquecedora y participó en varios eventos de arte integrado, participando como músico en proyectos como “El Retrato de la Normalidad” –un homenaje del cineasta SergioValdés Pedroni al poeta Roberto Monzón-, junto al grupo de rock “Milagros a Domicilio”. Publicó dos o tres poemarios artesanales diseñados y editados por él mismo, algunos de los cuales presentó a la par de un recital de sus canciones en “La Bodeguita del Centro”. Su propuesta en la década de los noventas se componía de poesía marginal, relatos esquizoides, Nueva Canción Latinoamericana y mucho rock and roll, esto último en agrupaciones como “Tzantoid” y “Serpiente Visión”. Era constantemente despedido de los empleos, por lo que se vio obligado a trabajar en las actividades más disparatadas, desde mesero en Amatitlán, carguero de bultos en la Terminal de la zona 4, albañil en Ciudad Quetzal y esporádicamente arquitecto en su ciudad natal. Desde 2001 vive en Oslo, Noruega, donde ese mismo año fundó la banda “Klepsydra”, que toca sus composiciones. Klepsydra se ha presentado en varias ciudades de Noruega, y como solista, Gómez se ha presentado además en Berlín y Helsinki. Es Licenciado en Cultura y Ciencias Sociales por la Universidad de Oslo, donde en la actualidad cursa una Maestría en Idioma Español. Continúa escribiendo sus diarios, que se van amontonando, sigue componiendo y sigue escribiendo poemas y relatos en los que el amor, el horror y la esperanza le sirven a menudo de eje.
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