Dante Oliva-León
Perú. La estética de Dante relaciona fundamentalmente tres cosas: la exploración sicológica, el destino y lo absurdo. En el 2007, publica el libro de relatos Camuflaje. En el 2009, dirige y musicaliza el cortometraje Cazador de medusas.
Juan Sayagués
Novelista y dramaturgo español nacido en Londres.
El fin de la novela y el último lector
La lengua materna de Dante Oliva es el castellano, pero además habla con fluidez italiano, francés, inglés y danés. Consume literatura y cine en estos idiomas. Ha estudiado lingüística y comunicaciones entre Dinamarca, Italia, España y Perú. Actualmente, prepara la publicación de tres novelas de aventura en clave surrealista. Su trabajo se interesa por la exploración sicológica, el destino y lo absurdo. Sus referentes son eclécticos y van desde la experiencia vivida directamente a través de los viajes por Latinoamérica y Europa, hasta otros de carácter más popular, como el black metal (del cual fue músico durante cuatro años), el boxeo o 14 años de consulta del I-Ching. Sus referentes literarios, igualmente eclécticos, pasan por las primeras obras góticas de Capote y Faulkner; el simbolismo francés de Rimbaud, Baudelaire o Valéry; los poetas clásicos de la dinastía Tang (básicamente, el taoísta Li Pai); y la literatura de viajes de iniciación, desde Matsuo Basho hasta Dante Alighieri. En el cine, tiene interés por la obra expresionista alemana, y los trabajos de Lynch y Jodorowsky.
Dante Oliva realizó durante el festival de literatura un coloquio El fin de la novela y el último lector con Juan Sayagués, novelista y dramaturgo español nacido en Londres. Juan Sayagués es autor de la novela Días Lúgubres. La novela de don Pollón y Altramuz, un novela que según Juan Goytisolo, esta concebida inicialmente como parodia de la obra de José María Cadalso y de su oxidado romanticismo, la novela de Juan Sayagués es mucho más que esto. Por su división en «mamotretos» –un guiño a La lozana andaluza– y su estructura dialogada, conforme a una rica tradición abandonada en los dos últimos siglos, entronca a la vez con los diálogos filosóficos del barroco y con los disparates medievales y Rabelais. Sus encadenamientos causales absurdos y anacronías sistemáticas mezclan las pláticas del falócrata don Pollón y su inseparable Altramuz, con el Dalai Lama, feministas, lesbianas y defensores de un holocausto nuclear «democráticamente sostenible». Las reflexiones del orden de «hace más daño a la verdadera religión que sean todas las religiones ciertas que sean todas falsas» o «el pecado original lo comete Dios cuando fracasa a la hora de crearse a sí mismo» sacuden al lector de sus certezas y le fuerzan a la sonrisa. Días lúgubres es en suma una obra inclasificable, pero habrá que recordar con Borges que «el arte no clasifica, desclasifica»: un desafío a los habituados al producto editorial de consumo y una incitación a los dotados del sentido del humor.