Sitio Oficial del Festival de Literatura de Copenhague

Antonio Moreno

Antonio Moreno

Antonio Moreno, México, 1969.

La tropicalísima Dinamarca

Es ensayista, narrador, cronista y colaborador en suplementos culturales, revistas y periódicos en Ciudad de México. Estudió Ciencias de la Comunicación y Periodismo en la Universidad Autónoma de Chihuahua; una Maestría en Creación Literaria en la University of Texas at El Paso; finalmente, concluyó sus estudios doctorales en la University of Kansas. Ha impartido clases en UTEP, Barton College (North Carolina). Es profesor-investigador en The University of Texas of the Permian Basin (UTPB). Recién publicó el libro de ensayos Deseos de comunidad: el personaje intersticial en la novela y el cine de los noventa en México (2016); en 2014, publicó Road to Ciudad Juárez: crónicas y relatos de frontera.

 

La tropicalísima Dinamarca

Primero fue Shakespeare. Después, T. S. Eliot resume rotundamente la idea: la primera condición para comprender un país extranjero es olerlo. Cómo carajos va a oler algo mal en Dinamarca, sin caer en las groseras comparaciones a las que todo viajero puede estar expuesto, y no por falta de pudor sino por la curiosa necesidad de yuxtaponer paisajes de variada impresión, si en mi país el cadáver de la revolución mexicana, desde hace más de un siglo, sigue pudriéndose en el armario de nuestro imaginario político: nadie cree en nada, en una época en la que el narcotráfico como si fuera una bestia apocalíptica cabalga mostrándonos sus dientes de bala por todo el territorio. Luego de llegar a Copenhague, procedente de Londres, admito que es la primera vez en la que no cuento con un itinerario a la mano, ni siquiera una idea clara adónde ir o vagabundear después de atender un par de compromisos en la universidad más importante de este país. A sabiendas que podía visitar la sirenita de Andersen, las tumbas del teólogo Kierkegaard y de la narradora Isak Dinesen, ésta, en el cementerio de Rungsted, donde también cuenta con un atractivo museo que lleva su nombre, un lugar que va de acuerdo con la personalidad de una mujer espectral, elegante y teñida de enigma, según palabras de Javier Marías; o más al norte, está el espejeante castillo de Hamlet, que a uno se le mete a los ojos por un acto de magia negra. Sólo había memorizado el sitio en el que me alojaría toda una semana, en una casa de huéspedes gigantesca, con setenta y cinco habitaciones, en la calle Vandkunsten, que después se convierte en la  Løngangstræde, y vaya sorpresa, a pocos metros de allí, se ubica el Mojo Blues Bar, un auténtico templo de la música en vivo que reivindica el Mississippi y a sus cuatro grandes profetas: B.B. King, John Lee Hooker, Muddy Waters y a Chester Burnett, alías Howlin’ Wolf.
Encuentro en estas tierras nórdicas la misma fascinación que me provoca la Patagonia, porque entre la cresta y el culo del mundo podemos descubrir rasgos afines, donde el clima, la fauna y la geografía se superponen para atraer en esos silencios átonos que proyectan, espíritus excéntricos en busca de refugio, un afrodisiaco más para seguir viviendo en los confines del planeta. La primavera y la luz del sol valen oro aquí; en la Patagonia, el silencio y la inmensidad. Son zonas equivalentes, y recurro a la definición que da Guillermo Enrique Hudson de la Patagonia, malversándola, para establecer imbricaciones, en tanto que los dos lugares son propensos a una suerte de animismo, un amor intenso por el mundo visible, la búsqueda de la perfecta comunión entre la naturaleza y el espíritu, ideal para poner la mente en blanco, porque sólo así, sostengo yo, podemos imaginar utopías.

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